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Necesito poder respirar: el sueño del podcast musical

Si conocés a Jorge González de más está decir que conocés a Los Prisioneros, y muchas de las cosas que diré en este texto pueden sonar estúpidas. Conocí a Jorge a través de este podcast de seis capítulos publicado por Podium Chile a finales de 2024. Sabía que era uno de los músicos más importantes de América Latina, que era una figura clave del rock-pop chileno (probablemente la más importante de su historia). Trabajé durante años en radio, entre otras cosas musicalizando programas de rock y es un conocimiento superficial que está al alcance de la mano. Pero pero pero… ¿Sirve conocer superficialmente a un artista y un personaje de la talla de Jorge González? La respuesta, oído el podcast, es que no, ni cerca, ni por asomo. Es absolutamente imposible. También es imposible conocerlo (del todo) tras escuchar los seis extensos capítulos de este documental narrativo… pero uno se acerca bastante. Y el viaje es muy musical y está buenísimo. Cosas que pasan con los podcasts.

Darle tiempo a las historias

En los últimos años se debaten varias cosas, al mismo tiempo, con cierta torpeza (de nuestra parte) respecto al giro de cierto tipo de podcasts hacia el video. La cosa es sencilla pero alcanza complejidades ridículas: los podcasts de entrevista y de conversación pueden poner cámaras y convertirse en video, les va bárbaro (y me parece perfecto que lo hagan, de hecho se están durmiendo los que no se transformaron). Y el resto de los podcasts como los conocimos siempre, en su forma sonora, no se pueden convertir en video porque pasarían a campos audiovisuales que les son ajenos (al pensar cómo se le suma video a un documental, a una ficción, la respuesta aparece sola). Este largo rodeo es para señalar algo que en Necesito poder respirar queda muy claro y ojalá sirva de ejemplo para las producciones sonoras de los próximos años: en los podcasts en audio podemos darle tiempo a las historias. El tiempo que sea, siempre y cuando la historia lo justifique, las herramientas narrativas utilizadas la hagan atractiva para las personas que oyen, y el trabajo tenga encima (factor fundamental) los tiempos necesarios: sin apurarse, sin sacar la serie antes, tomándose una pausa para respirar y pensar qué más se puede editar... La competencia es cruda, permanente y multidispositivo: se nota mucho cuando una serie documental tiene detrás un apuro (a veces el financiamiento nos hizo correr, otras simplemente no supimos darle una vuelta más, y otra, y otra, editarla, probarla, mostrarla, retocarla, como una artesanía… hasta que esté). Y se nota, con claridad, que Necesito poder respirar tiene horas y horas de trabajo, profesionalismo, arte y amor encima.

Vale decir también que me costó darle el espacio (en mi app de podcasts) a una serie con la extensión de capítulo que tiene esta. Pero al empezar a escuchar las cosas fluyen. El guion está impecable, la narración de Nicolás Alonso es muy amena, la música original de Luciano Correa es fabulosa, están en nuestros oídos las canciones de Los Prisioneros y Jorge Gonzalez todo el tiempo, se nota la mano de Trinidad Piriz (notable directora) detrás de todo. Y sigo sin entender por qué un capítulo de 50 minutos es sucedido por uno de una hora y luego, minuto a minuto, no paran de extenderse hasta el final. Me pregunto si en vez de 6 capítulos podrían haber sido 12 más cortos, u 8 o 10. Y a la vez sé —después de escuchar esta gran historia— que no tiene importancia: porque en el podcast (sonoro) las historias pueden tomarse el tiempo necesario. Ese es el superpoder, si alguien quiere usarlo.

La voz de Jorge

Como dije al comienzo, no conocía a Jorge González más allá de lo mega-superficial. En cada capítulo de este podcast, fui cayendo en que lo conocía menos de lo que pensaba. Y a la vez, el recorrido, te hace conocerlo, entenderlo, disfrutarlo, hasta diría… quererlo (si bien me parece un montón, considerando a los artistas que quiero y de los que —por lo menos— tengo el respeto de saberme veinte o treinta canciones). Esta serie está llena de las voces y las ideas de González: el puntapié inicial, la excusa, fue una serie de cassettes de una entrevista realizada por un periodista hace años; de inmediato fueron más allá, investigaron, consiguieron decenas de testimonios sobre el fenómeno. Y por sobre todo, y sin dudas lo más interesante, el podcast refleja las ideas, las salidas, la gracia y la oscuridad de Jorge en entrevistas de archivo (grandes hallazgos de todo tipo), en los famosos cassettes y en una extensa entrevista realizada especialmente para la serie.

El magnetismo, la acidez, la soltura, la crudeza (¡qué adjetivos!, perdón Sr. González si lee esto) estuvieron ahí cada vez que Jorge abrió la boca ante un micrófono, durante toda su vida. Si el personaje, si el eje de este podcast, fuera cualquier otro músico de la escena latinoamericana actual, Necesito poder respirar sería un yunque inescuchable. Por suerte es Jorge González y todo lo que siempre se le cantó decir es atrapante, filoso, chocante, amable, gracioso, provocador, autocrítico (podría seguir y todos los adjetivos serían al pedo: hay que escuchar al tipo). Lo que dice sobre el arte, el rock, la prensa y el capitalismo, está entre las ideas más interesantes (acuerdes o no) que han salido de la boca de un artista, comparable con muy pocas figuras. Y no doy nombres, porque nos vamos a pelear…

Así se hace una música original

En las 15 páginas de anotaciones en borrador para esta reseña —no cuenten cómo vivo— dice NUEVE (9) veces “música original”. En algunas lo destaqué en negrita, en otras subrayado, hay adjetivos variados, resaltados y más. Describí más arriba la labor de Luciano Correa como fabulosa, pero vayamos por partes.

Necesito poder respirar es un podcast largo, una historia extensa y completa de un artista del que hay muchísimo para decir. Y como se tomaron su tiempo para narrarla, también entendieron desde la producción que había que tener en cuenta ciertas cuestiones. En este punto de la reseña, debo aclarar que no hablé con nadie del equipo y que estarán leyendo este texto al mismo tiempo que vos (hay gente que piensa que todo es amiguismo en el mundo). Tengo preguntas pero vendrán más adelante, este es un análisis crítico. Vuelvo al hilo: como entendieron que la extensión necesitaba balances, aire, respiraciones y en particular RITMO, el trabajo musical era una parte fundamental. Y no digo fundamental solo porque contaran la historia de un músico (cuestión no menor), también porque las producciones narrativas extensas viven en otros tiempos y otros ritmos. No toda narrativa hoy es apurada, fugaz, no todo podcast debe ser un reel largo (dijo alguien por ahí). Y agrego: no debe ir el podcast narrativo detrás de la inmediatez, del contenido fugaz para redes. Es un error fatal. La audiencia es otra, la gente que va escuchar Necesito poder respirar (¡con ese título!) es BASTANTE probable que esté buscando otra cosa. Otra narrativa, otra historia, otra temporalidad, otra profundidad.

Y si este tipo de trabajo viene envuelto en una música original muy elaborada, el producto cae mejor a los oídos: Luciano Correa, según cuenta en este breve video del que nos gustaría ver partes 2, 3 y 4 (Podium, plis), tomó las canciones de Jorge González y las hizo propias; las internalizó para luego desarmarlas, para convertirlas en materia prima narrativa de este podcast. Todo suena a Los Prisioneros, cuando en la historia toca contar esa etapa; todo suena a Jorge González en sus versiones pop, electrónica, electropop o la que fuera, cuando se cuentan aquellos momentos de su vida. Para un proyecto como este se puede hacer música original buenísima, y después se puede hacer lo que hicieron en este podcast: ir un poco más allá, hacerla carne para hacerla mejor. Y el podcast todo sale ganando, y eso que todavía no llegamos a hablar de las canciones originales que son parte de la serie…

El sueño del podcast sobre música, hecho realidad

Durante años el podcast ha batallado y sigue batallando contra los derechos musicales. Por un lado, las plataformas musicales son la casa de los podcasts y ofrecen oportunidades de distribución y venta de publicidad (algunas en forma de espejitos de colores); por otro, etiquetan episodios y programas para que les cambies el microfragmento musical de un artista japonés (y policía) de los años 80 porque estás infringiendo los derechos (si no lo hacés tu episodio se va de la plataforma; y hay casos peores). Algunas son más firmes que otras, algunas tienen mejores herramientas para sortear estos asuntos. El tema de fondo es que producir un podcast sobre un o una artista y centrarse en sus canciones es muy complejo: porque hay que conseguir o pagar derechos globales, ya no es una cosita que se arregla con las vetustas entidades gestoras de derechos locales (esos arreglos sirven para sonar en la radio, acá estamos subidos a una invención bastante exitosa llamada Internet); y si no se cuenta con esos derechos la producción pende de un hilo… ¿Quién puede invertir meses de trabajo para contar la historia de una estrella musical si a las semanas de subirlo a la plataforma, el podcast resulta flagueado y con riesgo de ser eliminado? La pregunta es retórica, la respuesta es lógicamente nadie.

Pero aquí lo hicieron, consiguieron los derechos y en Necesito poder respirar vivimos el sueño de cómo sería un podcast musical durante 6 capítulos. Suenan los temazos de Los Prisioneros, si nos hablan de una de las letras de Jorge González la escuchamos (bien hilvanada con la narración), a la hora de contarnos lo que pasaba en los shows de la banda (y pasaba mucho) podemos también escucharlo. La cosa fluye. La magia ocurre. Los largos capítulos pasan volando y te quedan ganas de más: te abrís los temas para escucharlos enteros al terminar un capítulo, te guardás los discos de la banda para tenerlos en tu biblioteca de la app. ¿Se darán cuenta ALGUNA VEZ las plataformas y las discográficas que podcasts como este pueden ser el contenido de audio definitivo? ¿Se imaginan un podcast como este sobre Gustavo Cerati, Celia Cruz, Charly García, Shakira, Luis Miguel, Chavela Vargas, Joan Manuel Serrat, la Rosalía… o de Los Rodríguez, Thalía, los Fabulosos Cadillacs, Mercedes Sosa o Café Tacuba? Iba a sumar Babasónicos a la lista, pensando en nombres de impacto regional —quedaron varias luminarias afuera, lo sé—, pero me acordé que hicieron este pod en 2021 (por el veinte aniversario de Jessico) producido por la banda + Popart Discos y Posta, que está buenísimo.

Ojalá tengamos más podcasts como este. Necesito poder respirar es como un unicornio, hay que pedir un deseo cada vez que terminamos de escucharlo y elevar una plegaria (?) a don Jorge González. Espero, sinceramente, que la directiva de Prisa/Podium —si es que todavía se dedica a esto— evalúe como corresponde esta gran labor del equipo dirigido por Trinidad Piriz: el mundo del podcast necesita hoy más proyectos como este. Suena también el teléfono para las discográficas, las bandas, las productoras, las plataformas y los anunciantes. Esperemos que alguien atienda, ya va siendo hora de dejar las estrategias bizarras erráticas y apostar por el audio narrativo de calidad.

El tono y la sensibilidad

Más o menos desde el cierre del tercer capítulo, empecé a pensar cúal es la verdadera magia de Necesito poder respirar. ¿Por qué este podcast funciona tan bien? Por qué es tan disfrutable, por qué no importa que los capítulos sean largos (de hecho, hay varios descansos en cada capítulo, donde se puede apretar pausa y volver más tarde—no me enteré de nadie que haya muerto por esto): ¿Es por la música original? ¿Es por las canciones del artista? Es por eso y por alguna cosa más. Me costó darme cuenta hasta que llegué al final.

La vida de Jorge González ha tenido de todo. Alegrías, tristezas, éxito, fama, problemas, separaciones, drogas, alcoholes, amistades, familias, rupturas, reencuentros. Hay mucho para contar y en ese sentido la producción contó con ventaja: Los Prisioneros fueron, son y serán parte importante de la cultura de Chile, González está hace tiempo en el lugar que su obra merece (el tiempo siempre acomoda las cosas), pero ese camino no fue sencillo y contarlo completo es de por sí un gran viaje. Pero la sumatoria de ingredientes hasta aquí mencionados (producción, guión, narración, músicas, etc.) no resultaría igual sin el tono y la sensibilidad elegidos para contar esta historia.

Se puede contar esta vida de muchas maneras, de hecho es algo que se hizo antes en Chile (hay libros, documentales, reportajes), pero en podcasts como este se puede tomar distancia, escuchar más voces, poner las cosas en perspectiva. Y darse el tiempo de escuchar a un Jorge González que siempre tuvo cosas para decir: fue provocador de joven así como hoy se lo oye relajado y a buenas con la vida; dijo lo que pensaba sin importarle estar muy a la izquierda del dial político (¡durante el pinochetismo!); se cansó del pesadísimo periodismo rockero (y del otro) y lo expresó en cada ocasión, con toda la crudeza posible (a veces perdiendo la calma, algunas haciendo papelones). De un tipo como este podés contar la historia más amarillista posible y hundirlo en la peor diarrea de sus estallidos públicos. También podés contar que es un enorme creativo, un orador fabuloso, divertido, sagaz. Y el tono con el que lleves adelante esa narración será lo que marque el pulso.

En Necesito poder respirar no se quedaron a medio camino, como ocurre en esas penosas docuseries de Netflix (donde podés entrar con un prejuicio formado, o con el exactamente opuesto, y salir siempre conforme con lo visto del caso), y optaron por el camino del respeto y el cariño. Respeto por la historia tal como ocurrió, buscando todas las voces posibles (siempre poniendo en el centro al protagonista, con audios de su voz de todo tipo y origen) porque esto es periodismo; respeto también por los momentos oscuros, de enfermedad, de sufrimiento, porque en definitiva el tono humano y la intimidad son valores clave del podcast narrativo. No fueron condescendientes ni se casaron con ninguna lectura momentánea, siguieron el recorrido biográfico y tuvieron claro que, siempre, las cuentas se hacen al final. Para amarillista y baitero, ahí sigue el periodismo tradicional (en su laberinto), en Necesito poder respirar pusieron la sensibilidad en primer plano para contar una historia de altibajos emocionales y rock-poperos que se ubica entre las mejores contadas en podcast de los últimos años.

Escuchar en: Spotify, Apple y otras opciones.

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